ah claro ahí estas no?

4.3.12

Sebastián se desplomó con fatiga sobre el sillón. Se sentía afligido y rendido. Su vida se había vuelto monótona, rutinaria. Cada bendito día de su larga vida había visto, sentido y experimentado lo mismo. Todas sus mañanas, tardes y noches eran iguales. Le pareció como si estuvieran impresos, como un horario escolar. Lunes, haces esto y dices aquello. Martes, haces esto y dices lo otro. Se sentía como un hámster en una rueda. Igual, siempre igual. Y es que odiaba lo silencioso que se había vuelto su hogar. Desde que su novia lo había matado, lentamente con su indiferencia, y luego abandonado a su merced, se había sentido perdido. Como una insignificante hormiga en medio de un vasto desierto: se sentía tan pequeño ante un mundo de desafíos y problemas que lo acechaban día y noche, y eso lo atormentaba. Estaba cansado de ver cómo transcurría su vida sin que nada cambiara.

-Estás mirando mal, realmente, no estás mirando a nada.- Se sobresaltó al oír la repentina voz. Sin embargo, al mirar a su alrededor, no logró ver nada. ¿Había algo que ver? No, porque la voz que había escuchado, provenía de su propia mente.

―No ves nada, porque estás mirando con los ojos.

―¿Con qué se supone que debo mirar, entonces?― preguntó con un cierto atisbo de ira. El silencio reinaba en la habitación, que solo era interrumpido por sus súbitas respuestas. Se sentía un loco por el hecho de que se encontraba hablando solo, pero no le importó. Ya nada le importaba demasiado.

―¿Recuerdas lo feliz que eras de niño? Desbordabas una increíble energía y unas imparables ganas de vivir. Hasta cuando mamá nos regañaba por haber dejado la habitación en un completo desorden― afirmó, de nuevo, la voz.

―¿Cómo sabes eso?

―Yo soy tú, ¿recuerdas?

―Ah, sí.

―El punto es que has dejado de mirar. Una persona puede crecer, madurar, conseguir un trabajo y ser exitoso en la vida , casarse con la persona que ama, y todo lo demás, pero, aún así, debe conservar sus ojos de niño.

―Ya no soy un niño.

―Lo sé, lo sé. Solo recuerda: no todos los ojos abiertos están viendo; a veces para mirar de verdad, necesitamos cerrarlos.

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