Existen dos conceptos del amor, de la palabra que expresa ese sentimiento. El amor temporal u horizontal y el eterno o vertical.
El corazón desea lo inmortal o eterno, ahí la idea de permanencia está mal interpretada por la mente. Pero es lógico puesto que solo conocemos el plano horizontal o la dimensión tiempo con nuestros sentidos. Dentro de esa dimensión hay sólo dos posibilidades: Algo es instantáneo o es permanente.
Lo permanente no es otra cosa que muchos instantes de tiempo sucesivamente; pero también empieza y termina. Lo permanente no es eterno. Nada puede ser eterno en la dimensión tiempo. Lo que nace en el tiempo muere en el tiempo. Si hay un principio, hay un fin.
Si ese amor tiene un comienzo en cierto momento en el tiempo, transcurriendo uno o más instantes. Entonces se acaba cuando se terminan esos instantes. Termina más tarde o más temprano. Si es uno o pocos instantes lo llamas instantáneo; si tarda más instantes de tiempo en llegar a su fin, lo llamas permanente. Pero esa permanencia no satisface al corazón, porque el corazón desea lo que no acaba nunca, lo que es para siempre.Como ya dije en algunas ocasiones, la mente no puede saber nada sobre la eternidad porque solo y exclusivamente se basa en conceptos “demostrables”, palpables para nuestros sentidos físicos. El corazón añora lo eterno, los deseos del corazón sobrepasan la razón y los conceptos. La mente se dedica a intentar razonar lo irrazonable, los deseos y anhelos del corazón, lo que solo se puede sentir con el corazón. La mente sólo puede reconocer un amor vivido durante muy poco tiempo, o durante un poco más de tiempo. Pero aunque el amor viva durante más tiempo, el temor a que se acabe siempre estará ahí. Y es lógico; se va a terminar. Realmente, durará más si no lo razonas con la mente. Te llevará más tiempo darte cuenta de la fragilidad de ese amor. Si lo razona tu mente se terminará enseguida porque nos convencerá de la fragilidad de ese amor con todos esos conceptos preconcebidos generados en el pasado por la misma mente.Cuanto más razone una persona, más corta será la duración de su amor, del amor tal y como lo conoce. La mente nos convence de los puntos negativos de la relación amorosa: el aburrimiento, el hastío, los celos, etc... y decide finalizar.Pero la mente puede terminar una cosa e inmediatamente sustituirla por otro objetivo, una y otra vez. La mente nunca aprende, solo se dedica a ir generando planteamientos y posibles soluciones, para mantenernos ocupados y ganar poder sobre nuestro libre albedrío. La mente se ha hecho tan poderosa que nada de lo que surge del corazón llega al ser de cada persona, sin que ella lo interprete y canalice en su propio beneficio a costa del sufrimiento del corazón.El corazón desea un amor incombustible, eterno, incondicional, impalpable pero real en una dimensión vertical. El amor que surge del no-pensamiento, de lo más profundo del alma y del Universo. No es un amor que surge de la mente, un fenómeno mental, no es un proceso fisiológico, ni biológico porque no es eterno, no tiene la consistencia que desea el corazón.No existe el tiempo cuando existe ese amor vertical, ni pasado, ni futuro, solo un eterno presente. Cuando dos personas se aman en la dimensión tiempo, están realmente ilusionados y no piensan en la duración de su amor. Cuando se acaban de enamorar creen que van a estar juntos para siempre. Pero con el paso del implacable tiempo y ese amor empieza a sucumbir, la mente nos intenta convencer para salvarlo, para hacerlo eterno, para que no nos fijemos en las fisuras, para taparlo. Aunque también puede intentar convencernos de lo opuesto: Déjalo ya, no ves que no te hace caso, etc... Las posibles soluciones de la mente, las que nos van entreteniendo toda la vida y ahogando los deseos de nuestro corazón con su consiguiente dolor psicológico.Cuando hayamos conseguido no-pensar, dejar todos esos conceptos, problemas, soluciones, planteamientos, etc...toda esa mierda mental que no entiende de sentimientos, solo entonces aflorará desde lo más íntimo de nuestra alma el auténtico amor.
Dedicatoria: a una mujer a la que quiero con todo mi corazón.
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