Me preguntas: ¿Qué es lo que haría si me dijeras que tienes miedo?
¿Que es lo que haría si me dijeras que tu corazón palpita de una manera más lenta y fuertemente?
¿Que es lo que haría si me dijeras que tus ojos poco a poco se nublan y pierden el brillo de su belleza?
¿Qué que es lo que haría si me dijeras que tu interés en saber la hora poco a poco se desvanece como si solo se tratara de un vago espejismo?
La única respuesta que me viene a la mente es decirte: Que yo también tengo miedo y no me apartaría de tu lado.
Que dejaría de caminar y me recostaría junto a ti, esperando que todo esto solo sea un sueño.
Pero ¿acaso es esa la respuesta que tu quieres oír?
¿Es esa la respuesta que esperarías de la persona que te ha acompañado desde el momento que decidiste empezar tu viaje?
O quizás, preferirías que mis palabras trataran de convencerte que todo lo que sientes es pasajero y que en menos de lo que esperas el día volviera a ser tan soleado y calido como el día en que decidiste extender tus alas y emprender vuelo, conmigo a tu lado, al tiempo que tomándote por la mano seguimos caminando.
El tiempo pasa rápidamente y la única manera que tengo para seguirlo es el lento ir y venir de las nubes que, cada vez se ven más oscuras, mas no se si la razón de esto sea que la noche poco a poco extiende su oscuro dominio sobre el manto azul o porque mis ojos, al igual que los tuyos se han empezado a nublar y poco a poco se van cerrando, mientras trato de evitar que te des cuenta que por mi rostro resbalan lagrimas de preocupación, a la vez que siento cada vez más fría tu mano.
Y aun en esta situación tú te preocupas más por mí bienestar.
Me dices que no me preocupe, que no te crea, que todo lo que te esta pasando es debido al cansancio que nos ha provocado este largo viaje, el viento helado que sopla a través de las copas de los árboles y nos golpea cual fría agua, que todo esto es momentáneo y que pronto cesará.
Y es por todo esto que mi respuesta sigue siendo la misma, y no importa cuantas veces me lo preguntes, seguiré aferrado a mis palabras.
Pues podría mentirte pero, al hacerlo tendría que retirar mi mano de la tuya y seguir mi camino llevando conmigo la marca que ha gravado el frió metal de la traición y el abandono que nos identifica a todos aquellos que han abandonado a un ser querido.
Ya no siento mi cuerpo y mis ojos llevan bastante tiempo cerrados.
Mis lágrimas que en un principio eran calidas se han vuelto un cristal frío y sólido el cual reposa sobre mis mejillas.
Y es en este momento, en el que poco a poco nos elevamos hacia el cielo cuando te pregunto: ¿Qué harías si te dijera que te amo?
Y ¿si te digo que todo lo que quiero es acompañarte?
¿Acaso me dirías que fui un idiota al quedarme?
O ¿Acaso me dirías que a donde vas yo no puedo ir? ...
¿que harías si te digo que te amo y que por esa razón me he quedado?
240309.1115.hazlotu
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario